Desde aquel momento me
vi perdido, es imposible no ponerse a reflexionar sobre las trampas del
subconsciente, cuando te das cuenta que en medio de una aburrida clase estás
escribiendo la inicial de aquella persona que significa mucho para ti, que en
medio de tantos problemas que te agobian sea una vía de escape que indique a tu
mente de una forma muy clara.
Uno puede extrañar
mucho, pero se extrañan en tal caso los momentos, todos extrañamos momentos que
significaron algo muy importante, y esos momentos están acompañados de
personas, ergo, extrañas aquellos momentos en los cuales ciertas personas
estaban en contacto contigo, es un anhelo de volverlo a vivir, es más que todo,
un recuerdo.
El origen etimológico
de la palabra Recuerdo, y su respectivo verbo presente infinitivo “Recordar”
deviene del latín clásico que lo traduce como “Recordare” y si a esta palabra la descomponemos, implica re cor dare, que más o menos traduce
vuelta al corazón, ergo, extrañar es
el proceso humano que implica el retorno al corazón entendido este como órgano
de los sentimientos en el sentido vulgar, de aquellas situaciones,
circunstancias, o hechos que venían rodeados de personas que han sido
importantes para ti.
Todo ello viene al
caso, de que por más que uno extrañe, recuerde, o piense, el mero hecho de
extrañar, recordar, o pensar en algo no va a solucionar el problema, ni si
quiera no solucionarlo es una
solución, porque para que exista tal antes debe existir una necesidad,
necesidad que las personas manifestamos de distintas formas.